martes, 30 de septiembre de 2014

¡Ni el latín ni el griego son inútiles!

Siempre que hay una reforma educativa se habla de eliminar Latín y Griego de los institutos. El año pasado leí varios artículos tanto a favor como en contra de esta supresión. Este en concreto, en el que el autor opina que no es útil cursar estas asignaturas para el mundo en el que vivimos, me chocó y me inspiró para escribir esta entrada. A pesar de ser lenguas muertas (en realidad el latín no lo es, ya que es es la lengua oficial del Vaticano junto con el italiano), se utilizan hoy en día en muchos campos, como los siguientes.

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En el ámbito lingüístico nos ayudan a expresarnos mejor y a entender la sintaxis, porque cuando uno sabe latín y griego tiene interiorizada perfectamente la estructura oracional. Además, son útiles en el aprendizaje de idiomas modernos que también se declinan y presentan casos, como el alemán o el finés, de lenguas romances, como el italiano o el francés, pero también del inglés. Y es que la lengua de Shakespeare cuenta con vocablos procedentes del latín y el griego, por ejemplo obligatory o consequence, que por eso se parecen al español.

Por otro lado, como ya conté, estas lenguas nos son muy útiles a los traductores cuando hemos de crear palabras nuevas, especialmente en el ámbito literario, algo que sabe muy bien la traductora de Harry Potter, que se inventó el término mortífago mezclando el latín y el griego.

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Hasta ahora solo he nombrado aplicaciones lingüísticas, pero también se utilizan en Ciencias. Por ejemplo, los nombres de los dinosaurios (el propio término viene del griego y significa «lagarto terrible») combinan ambas lenguas, de modo que si las conoces, solo con oír el nombre de un dinosaurio podrás hacerte una idea de por qué destacaba; es el caso del Pachycephalosaurus, cuyo nombre significa literalmente «lagarto de cabeza gruesa».

Muchos términos matemáticos proceden también del latín y el griego, como diámetro, aritmética o geometría; así como términos médicos (claustrofobia, gastroenteritis…) y los propios nombres de las ciencias (Geografía, Antropología…). De esta manera, si tienes nociones de estas lenguas te será más fácil estudiarlos y, lo más importante, entenderlos.

La conclusión es muy clara: saber latín y griego nos ayuda a razonar y conocer el significado de las palabras de nuestro idioma y relacionarlos con otros más o menos cercanos al español. Se nota que los que se meten con estas «lenguas muertas» y opinan que deberían desaparecer del programa académico no saben muy bien de lo que hablan. No niego que para una persona que quiere estudiar Biología, sea más importante estudiar Física, Química o Matemáticas, pero de ahí a decir que Latín y Griego no sirven para nada hay un trecho. Ya hemos visto que tienen muchas aplicaciones (y no he nombrado todas) que demuestran que no solo son interesantes para aquellos que quieren estudiar Filología Clásica.

Por último, no me gustaría terminar la entrada sin mencionar algo. Siempre se ha tendido a menospreciar las Humanidades, pero nuestro país no destaca precisamente en el conocimiento de idiomas, especialmente el inglés, que es imprescindible hoy en día y que curiosamente comparte vocablos con el latín y el griego. ¿Por qué entonces, si son la base de nuestro idioma y guardan relación con muchos otros, no se les da la importancia que merecen?

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