lunes, 5 de enero de 2015

Los traductores

Acabamos de empezar un año y pensando en el que hemos dejado atrás, me doy cuenta de que he cumplido mi segundo año como traductora, durante el cual he crecido enfrentándome a textos más variados y a más dificultades. Mientras tecleaba, he ido descubriendo cualidades en mí y en mis compañeros que nos definen como traductores y a las que dedico la primera entrada del año.

Los traductores somos expertos en jugar con las palabras, en darle la vuelta a las oraciones según nos convenga una estructura u otra. Además, prestamos atención al más mínimo detalle e investigamos e investigamos hasta encontrar si esa palabra debe escribirse con mayúscula o si tiene que ir en cursiva, por ejemplo. Somos quisquillosos, aun cuando tratamos de desconectar, y cazamos gazapos por todas partes. También somos creativos, le damos muchas vueltas a la cabeza para hallar el juego de palabras o la frase hecha ideal para ese contexto y, la mayoría de las veces, seguimos pensando en ello una vez hemos entregado la traducción.

Los traductores debemos tomar decisiones constantemente porque se nos ocurren varias posibilidades para nuestra traducción y tenemos que decantarnos por una lo más rápido posible. Para ello, consultamos diccionarios, leemos otros textos sobre el tema o pedimos opinión a nuestros colegas. A veces tenemos en la punta de la lengua la palabra o expresión perfecta y cuando por fin nos acordamos de ella sentimos una satisfacción absoluta.

Lo mejor de todo es que siempre aprendemos algo nuevo cuando trabajamos. Un día nos sumergimos en la fraseología de los contratos, otro echamos a volar nuestra imaginación con un texto infantil y al día siguiente descubrimos los tipos de turismo de Latinoamérica. Vale, a veces nos toca traducir un manual de instrucciones y no resulta tan apasionante, pero también es importante saber cómo se coloca un catéter, ¿no?

¡Por muchos más textos que traducir y más temas de los que aprender!

¡Feliz año 2015!

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